Situado en el extremo noroeste de África, separado de España sólo por el estrecho de Gibraltar, conquistado por los árabes y colonizado por Europa y con una población indígena bereber...Marruecos es un crisol de influencias que transmite la sensación de viajar por la historia.

La ciudad de Tánger, en el norte, es la esencia de la fusión cultural de Marruecos por su estatus de escala obligatoria para los comerciantes desde o hacia el Mediterráneo. Al suroeste se encuentra Fez, la antigua capital de Marruecos. Andar por su medina medieval es como retroceder en el tiempo: sus serpenteantes calles son tan estrechas que el transporte habitual son los burros.

Las ciudades costeras de Rabat, Casablanca y El Jadida tienen un sabor más europeo. La primera es la elegante capital administrativa, la segunda un gran centro de comercio, la tercera la ciudad portuaria de Marrakech, cuya ciudadela portuguesa es ahora Patrimonio de la Humanidad. Essaouira, aún más abajo en la costa, es una tranquila ciudad con bonitos hoteles con encanto.

Marrakesh se ha convertido en el corazón de Marruecos: en los zocos y plazas de su medina confluyen imágenes, sonidos y aromas. Más al sur no pueden dejar de visitarse los increíbles paisajes de las montañas del Atlas y el Sahara.