Pequeños hoteles con encanto en MADEIRA

El nombre de esta isla portuguesa, en el océano Atlántico frente a las costas de África, recuerda la exuberancia original de su vegetación. También conocida como isla de las flores, la estrelitzia o ave del paraíso es uno de sus símbolos.

Callejeando por el centro histórico de Funchal, la capital, el arte urbano aviva la tradición. El Mercado dos lavradores, rebosante de frutas exóticas, pescado y flores, es un regalo para los sentidos. En primera línea de costa, destaca el Forte de Santiago, fortaleza del siglo XVII que protegida el puerto. Antiguas quintas, nombre de las casas señoriales portuguesas, acogen hoy pequeños hoteles de lujo.

La orografía de Madeira se traduce en espectaculares miradores naturales. Como el de Eira do Serrado, con vistas de vértigo sobre el Valle de las Monjas. El Cabo Girão figura como el acantilado más alto de Europa.

Para los amantes del senderismo, las levadas de Madeira son rutas junto a canalizaciones de agua a lo largo de cientos de kilómetros, que recorren la isla y pasan por extraordinarios parajes naturales. Si bien no es una isla de playas, dispone de extraordinarias piscinas naturales de roca volcánica, como las de Porto Moniz. La arquitectura autóctona tiene su meca en las casas triangulares con tejados de paja de Santana.